Gustavo Grocopatel es invitado a participar de una conferencia organizada por la Universidad Ben Gurion Beersheva, en Israel, donde expone sobre los alimentos y los agronegocios.
“Cuando uno ve el problema argentino, ve que hay algo de base que es independiente del gobierno de turno, que es que hemos decidido ser pobres en medio de un país rico. En nuestro país creemos que el esfuerzo no vale la pena. Creemos en la suerte. Pensamos que los cambios vienen de un presidente o de un ministro de economía salvador, o de una buena cosecha, pero no del esfuerzo. Posiblemente la razón de esto sea que estamos acostumbrados a vivir en shock permanente, entonces no nos queda otra que pensar que lo que nos salva es la suerte. Esto nos ha llevado a tener instituciones y un Estado débil, que no es facilitador ni presente para estimular la libertad y el desarrollo personal y social”, detalla Grobocopatel y agrega: “Sin embargo, más allá del pasado y de cómo llegamos hasta acá, quiero hablar del futuro”.
Según explica: “El mundo crece y el consumo de alimentos no es igual para un alimento que para el otro. El trigo, por ejemplo, crece a la misma tasa que la población mundial, pero las harinas proteicas crecen a un ritmo mayor y eso es porque son la base sobre la cual se hacen las proteínas de carne. Por lo tanto, quienes estén situados en posición de producir harinas proteicas estarán frente a un potencial crecimiento de la demanda. Hasta hoy, la harina proteica más importante es la que proviene de la soja. La soja es carne. Y los únicos dos lugares del mundo en donde realmente se puede aumentar de manera sustancial la producción de soja son Brasil y Argentina. Es decir, estamos frente a una oportunidad histórica para nuestro país porque somos los líderes en el comercio mundial de soja y el mundo depende de lo que nosotros podamos producir”.