En esta nota, Gustavo Grobocopatel enumera algunas de las gestas alcanzadas por Carlos Casares, el pueblo del interior de la Provincia de Buenos Aires en donde nació y vivió la mayor parte de su vida, luego de un posteo en redes sociales realizado por la Diputada Nacional Victoria Tolosa Paz en el que se refiere a las playas de esta localidad, confundiéndola con una ciudad costera bonaerense.
“Casares es conocida como la Cuna del Girasol Argentino”, explica Grobocopatel. “El girasol fue traído desde Rusia por los colonos judíos que formaron la Colonia Mauricio y, si bien se lo introdujo para el consumo directo como confitura, poco tiempo después, y gracias a la gestión del Casarense Jose Pisarevsky, el girasol fue destinado al uso industrial para hacer el aceite comestible. En la década de 1930 en Casares se sembraba más del 25% del girasol de todo el país. Todavía hoy festejamos orgullosamente la Fiesta Nacional del Girasol, aunque ya poco se siembra en Casares”.
«Sin duda el aporte más profundo y transformador de Casares es el ejemplo de integración entre culturas. Por aquí habitaron, se integraron, convivieron y desarrollaron un renovado Nosotros, los italianos, españoles, judíos, franceses y británicos. En los actos patrios se izan en la plaza principal, junto a la bandera Argentina, las banderas de España, Italia y el Estado de Israel».
Pero, “no debería soslayarse la importancia de Casares en la producción lechera desde los tiempos de la colonia o en la agricultura y ganadería, de los héroes cotidianos y desconocidos, y los numerosos emprendedores que surgieron allí y tuvieron impacto a nivel nacional. Además de los aportes del girasol como aceite de alta calidad, de su germoplasma se extrajeron los genes Hb4 que dan origen a los cultivos tolerantes a sequía. Es decir el girasol entregó su alma a otros cultivos para que se desarrollen y contribuyan con la humanidad. “Un mar de producción, innovación y generosidad”, agrega.
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